viernes, 20 de febrero de 2009

El Tamagotchi

Otro juguete clásico que sumar a la pequeña lista de recuerdos. En todo el mundo, la estrategia de promoción de este juguete era decir a los padres que “enseñaba a su hijo a ser responsable en el cuidado de una futura mascota”. Claro… como que pulsar cuatro botones al día en un aparatito del tamaño de un reloj era una gran lección de responsabilidad. Vamos, dos meses con el Tamagotchi y el niño estaba listo para afrontar la responsabilidad de tener un perrito, darle de comer y recoger sus cositas cuando lo sacaba a pasear.

La verdad es que el Tamagotchi fue un auténtico boom de ventas. Parecía un producto más, un simple videojuego de bolsillo que tenía por objetivo cuidar a una pixelada mascota virtual. Pero se convirtió en el fenómeno del momento, en la moda. Y las modas no entienden de razones objetivas. Sí, tenía su gracia pero… no era para tanto. Y a pesar de todo, vendió 40 millones de unidades en todo el mundo.
Su nombre es un juego de palabras con la palabra japonesa “Tamago” (huevo) y la sílaba “chi” que denota afecto. Fue creado en 1996 por Aki Maita, una japonesa de 31 años amante de las mascotas que en 1990 entró a trabajar para la empresa juguetera japonesa Bandai. Actualmente, en gran parte gracias al éxito de su invento, ejerce el cargo de directora de marketing de la empresa.

Para manejar el juego, contabamos con tres botones que controlaban las distintas funciones que podíamos realizar con el Tamagotchi, a través de ocho iconos diferentes: darle de comer, limpiarlo, ponerle a hacer ejercicio, regañarlo… del buen uso que hicieramos de las mismas, empleando cada comando en el momento adecuado, dependía del buen desarrollo de nuestro Tamagotchi.

Para gobernar sus ciclos de sueño, el juego contaba con un reloj interno que debíamos ajustar con la hora real, si no queríamos tenerlo despierto y dando pitiditos en mitad de la noche. Y es que ésta era una de las cosas más molestas del Tamagotchi, los pitiditos. En muchas escuelas se dieron casos de profesores que prohibían a los niños llevar el juguete a clase, ya que los pitidos con los que el Tamagotchi demandaba ser alimentado interrumpían en muchas ocasiones las clases. Pobres profesores, aún no sabían lo que se les avecinaría años después con la popularización de los celulares, eso sí que sería un concierto de sinfonías que llenarían el aula…

Nuestro Tamagotchi se desarrollaba en función de nuestros cuidados. Así, si lo regañabamos cuando era conveniente, le dabamos de comer de forma comedida y le poníamos a hacer ejercicio de forma frecuente, tendríamos una mascota sana y saludable. Por el contrario, si pasabamos de todo nos encontraríamos con una bola redonda con muy mal genio o, simplemente, con que se nos había muerto nuestro Tamagotchi (aunque el mensaje era convenientemente suavizado con el iconito de un gracioso fantasma oriental). Pero, si se trataba de un juego para enseñar a los niños a cuidar de una mascota ¿qué mejor forma que ésta de familiarizarse con la muerte?

Y no había mucho más que hacer. Si cuidábamos bien a nuestro animalito, podía vivir hasta unos 30 días, momento en que volvería a su planeta y aparecería en pantalla un nuevo huevo con el que empezar de cero (todavía recuerdo como siempre se me moría y un día desperté y me encontré con la sorpresa de que seguía vivo y había crecido...claro que murió de hambre horas después trás haberlo dejado en mi casa e ir a la escuela =P).

El Tamagotchi, como todos los juguetes que han hecho historia, fue la moda de ésa época para inmediatamente pasar al olvido… excepto cuando lo recordamos de este modo. Por cierto, existió algúna vez un rumor de una niña que se había suicidado por que se le murió el Tamagotchi.

Por Sandra G.

1 comentario:

  1. olle como puedo ir a la escuela tamañagochi
    mi pero nose que version es mi tamañagochi solo s eque tiene una antenita con una estrella

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